28 de febrero de 2011

Resilencia a tus palabras

Por más que trato de defenderme de ti
siempre me alcanzas
y me llevas a tu escondrijo de palabrería enjambrada.

No tienes color ni tacto,
ni hueles a nada conocido.
Me engañas fijando tu mirada en el silencio,
tocando todas las notas musicales de mis pensamientos.

No quiero abrazarte más
pero mis manos no se despegan de tu intelecto.
Necesito respirar,
dejar brotar mi lengua dentro de la tuya,
codificar nuevos lenguajes.

Siempre escuchando el sonido de tu cuerpo,
algún día podré resistirme a tu silábico encanto,
pero hasta eso,
sigo aquí, antes de dormir,
esperando que me leas otra vez,
el cuento que me toca esta noche.


23 de febrero de 2011

Pasajera sin maleta

Un sabio decía que nuestra forma de pensar se congela y nos quedamos recorriendo siempre los mismos caminos, pues la mente se fija a las cosas que pensamos.
Yo digo, sin ser sabia, sólo de mis desayunos, que nuestra forma de pensar de congela en cierta situación, en un momento que nos permite descubrir el sinsentido de nuestro sentido de vida.
Y así lo repetimos día con día, segundo con segundo, inconscientemente...
Hoy en día este fenómeno se conoce como “paradigma”.

Imaginemos que vamos en bicicleta por una carretera: el aire fresco golpeándonos el rostro; los árboles, las nubes, la naturaleza, las aves, los montes lejanos…
Imaginemos que de pronto vemos una gran piedra en medio del camino.
Si fijamos toda nuestra atención en la piedra (es decir, en el obstáculo), por más que sólo ocupe un breve espacio en la carretera, terminaremos chocándonos con ella.
Pensemos cuántas veces descubrimos un obstáculo en la vía y, al asumirlo como si fuera lo único, hacemos desaparecer todas las demás opciones (los árboles, las nubes, el resto del camino),  dirigiéndonos irremediablemente hacia él, hacia la piedra.

No permitamos hoy que los obstáculos desvien nuestra atención y nos hagan creer que ya no hay salida; siempre hay oportunidades que vienen con ellos.


Enseñanza de vida, sin imágenes de la pasajera.
Adaptación de mis terapias Gestalt.


08/12/2009 19:41:52

18 de febrero de 2011

Mi voz hecha olvido

 

Fui un pájaro herido
que entre tus manos tuviste.
No sabes lo que perdiste,
el tiempo te lo dirá.

Otro pájaro vendrá
y se posará en tu nido,
pero nunca te querrá
como aquel pájaro herido.




  

14 de febrero de 2011

Designio para el 14 de febrero

Que esta noche me duerma bajo un manto de olvido,
ajena al desamor, al encono y la saña,
considerando a aquel que nunca me ha querido,
sorda a la mezquindad y a la torcida maña.

Que el corazón regule cadencioso el latido
para que no lo alteren mentiras o patraña;
que el alma, dadivosa con los que no lo han sido,
se entregue por entero, aún a la gente extraña.

Que todo sentimiento impropio me abandone,
y acallado el deseo de ser yo, a mí renuncie,
hasta la misma ofensa más infame perdone,
quedando desde entonces en beatífica paz,
y que un plácido sueño redimidor me anuncie
que la pasión humana no ha de vencerme más.

Marilina Rebora
   

10 de febrero de 2011

Cosquillas en las rodillas



Honduras,
ni la ubicaba hasta hace un par de días,
hasta que pusiste tu dedo sobre el mapa,
sobre ella
y sobre mí.
Sé que allá hace calor, mucha,
y que el sol te abrasó por un tiempo.
Ahora te sientes viejo y nuevo,
sin-sentido...

¿Quién dijo que los muertos no iban a resucitar?

Calma, caricias, tu respiración,
pasa un avión, cambio de color.
Hoy ganas tú
y gano yo,
te abrazo
y ganamos los dos.

Robarme una bici para robarte una sonrisa.

Esto no se para,
no tiene fin,
nunca empezó...
nunca estuviste entre mis planes,
pero siempre llegaste a tiempo.

7 de febrero de 2011

Alegría tropical

De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana.
Quiere avisarme que está ahí esperando
pero me siento calmo,
casi diría ecuánime.

Voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo,
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas.

Quién sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuándo mi historia va a ser computada.
Quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos.

Está bien, no jugaré al desahucio,
no tatuaré el recuerdo con olvidos,
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca.

Está bien, me doy por persuadido.
Que la alegría no tire más piedritas,
abriré la ventana,
abriré la ventana.

Mario Benedetti




  

1 de febrero de 2011

Luces

A mitad de la escalera me paré.
Con las bolsas en la mano.
Venía de clase, de noche, lloviendo.
Compras de última hora,
pesaban un chingo,
pero mi cuerpo se paró y mis manos no se bajaron para que pudiera dejarlas en el suelo.
No sé qué sensación extraña recorrió mi mente y mis recuerdos.
Tal vez la canción que estaba sonando en mis oídos te trajo delante de mí.
Sonó el estribillo, en inglés, que intenté imitar,
como siempre,
no sé qué dice,
pero es triste,
seguro.

El ruido traqueteante del interruptor se acabó y con él,
la luz.
Me quedé a oscuras.
Todavía las bolsas en la mano
pesaban más,
y la canción seguía dibujándote delante de mí.

Pasó un buen rato,
tal vez unos minutos o unos pocos de días.

Otra luz se encendió en una ventana muy pequeña.

Pensé:
- cuando una luz grande se apaga
tal vez sea para que aprendas a caminar por la oscuridad;
cuando una luz pequeña se enciende,
sólo necesitas seguirla -.
Cerré los ojos y se acabó la canción.
Miré hacia arriba y, aliviada, volví a ubicarte entre mis pensamientos,
donde siempre te acomodo para que no me estorbes y me alientes en cada paso.
Dejé las bolsas en el suelo,
se me cayó una lágrima y abrí la puerta de la casa.

En esta casa siempre hay muchas luces encendidas
y a mí me gusta más abrir la ventana,
dejar que todas las canciones se metan en mi cuarto,
como culebras siseantes;
que dejen el rastro,
que sea la luz de la luna la que me abrace.

Hoy, como mañana,
sólo soy un reflejo de ayer.

Xío