28 de enero de 2011

Dame una señal





Un halo de alegría,
una película por la mitad,
un suspiro en medio de tanta gente.

Un elefante nadando,
un hombre que muere despacio,
porque se acaba la vida,
que asfixia,
que rompe,
los anhelos compartidos entre tantos bloques.

Hoy mi vecina discute con su esposo.
Gritan mucho.
Besos que no se dan, fotografías de juventud...
No entiendo este mundo mudo de amor,
que habla a golpes y sonrisas sibilinas.



If you rescue me... estarás en mis sueños por siempre...

 

21 de enero de 2011

Amor chacal

El tuyo y el mío,
que no se sale de su órbita y tampoco tiene una propia...

Tú vives lejos de mi civilización privada,
tú ni tienes de eso.
Tú te alimentas de la calle,
a mí la calle me da miedo...

Aunque nunca pierdo los estribos,
necesito de vez en cuando regar mis hojas,
leer tus ojos y besar tus sonrisas.

Amor chacal,
de eso que dicen en México...

- ¿Cómo así?

Sí, de esos amores prohibidos,
como el tuyo y el mío,
que al fin son los más ricos,
lo más recordados y los más perdidos.

Amar como ama la luna al sol,
siempre abrazados en la distancia,
sin despegarse cada quien de sus horas,
sin mezclarse.

Como el pez en el agua y el pájaro en el aire.

Debí suponerlo,
que no eras para mí,
ni aún hoy lo eres.
Yo estoy por debajo,
debajo del olvido más profundo de tu recuerdo de mí,
más abajo aún,
está oscuro,
frío,
lento,
ahí bien abajito y sonriente estoy yo,
rozando mis uñas contra tu corazón,
para ver si un día, un día cualquiera,
al despertar de tu sueño
volteas hacía dentro y me encuentras,
columpiándome por tu interior,
sin reparar en quién eras,
qué no hiciste,
qué no hicimos.

Yo también te guardo.
Sabes que mis manos son pequeñas,
pero mañosas.

Buscaré un lugar,
para que puedas cantarme todas esas canciones,
donde nadie te moleste,
donde yo esté ya lejos de ti,
escuchando el rumor de un chacal perdido bajo la luna.



13 de enero de 2011

La distancia irreal

Proxémica


De Wikipedia, la enciclopedia libre.


El término proxémica fue introducido por el antropólogo Edward T. Hall en 1963 para describir las distancias medibles entre las personas mientras estas interaccionan entre sí. El término proxemia se refiere al empleo y a la percepción que el ser humano hace de su espacio físico, de su intimidad personal; de cómo y con quién lo utiliza. Este término se usa también en clases básicas de castellano.
Hall diferenció dos espacios en el sentido del territorio propio:

  • Espacio fijo: es el marcado por estructuras inamovibles, como las barreras de los países.
  • Espacio semifijo: espacio alrededor del cuerpo. Varía en función de las culturas, ya que cada cultura estructura su espacio físico. Este espacio puede ser invadido. Si se utiliza un territorio ajeno con falta de respeto (mirar fijamente a alguien u ocupar dos asientos con bolsas cuando hay gente de pie) se da una violación del terreno.

Por otro lado, Hall notaba que la distancia social entre la gente, está generalmente correlacionada con la distancia física y describía cuatro diferentes tipos de distancia. Estas distancias serían subcategorías del espacio personal o informal.

  • Distancia íntima: es la distancia que se da entre 15 y 45 centímetros (6 a 18 pulgadas). Es la más guardada por cada persona. Para que se dé esta cercanía, las personas tienen que tener mucha confianza y en algunos casos estarán emocionalmente unidos, pues la comunicación se realizará a través de la mirada, el tacto y el sonido. Es la zona de los amigos, parejas, familia, etc. Dentro de esta zona se encuentra la zona inferior a unos 15 centímetros del cuerpo, es la llamada zona íntima privada.
  • Distancia personal: se da entre 46 y 120 centímetros (1,56 - 4 pies). Esta distancia se dan en la oficina, reuniones, asambleas, fiestas, conversaciones amistosas o de trabajo. Si estiramos el brazo, llegamos a tocar la persona con la que estamos manteniendo la conversación.
  • Distancia social: se da entre 120 y 360 centímetros (4 - 12 pies). Es la distancia que nos separa de los extraños. Se utiliza con las personas con quienes no tenemos ninguna relación amistosa, la gente que no se conoce bien. Por ejemplo: la dependienta de un comercio, el albañil, los proveedores, los nuevos empleados, etc.
  • Distancia pública: se da a más de 360 centímetros (12 pies) y no tiene límite. Es la distancia idónea para dirigirse a un grupo de personas. El tono de voz es alto y esta distancia es la que se utiliza en las conferencias, coloquios o charlas.

Edward Hall hacía notar que diferentes culturas mantienen diferentes estándares de espacio interpersonal. En las culturas latinas, por ejemplo, esas distancias relativas son más pequeñas, y la gente tiende a estar más cómoda cerca de los demás. En las culturas nórdicas es lo contrario.
Darse cuenta y reconocer estas diferencias culturales mejora el entendimiento intercultural, y ayuda a eliminar la incomodidad que la gente puede sentir si siente que la distancia interpersonal es muy grande o muy pequeña.
Las distancias personales cómodas también dependen de la situación social, el género y la preferencia individual.
Un término relacionado es el "cálculo de la felicidad", uno de los factores definidos por Jeremy Bentham para medir la cantidad de placer en un método conocido como Felicific Calculus.


Y tú...
¿por qué te distancias?
¿No ves que somos iguales?
¿Que nacimos solos para morir solos?

¿No ves que no hay tiempo que perder ni abrazos que guardar?




*Corta distancia son para mí estos pocos miles de kilómetros que nos separan.
Proxémica latina: ¡la mejor!


  

10 de enero de 2011

Hambre de madre


Pequeña cumbierita intelectual,
tu juego de mirada fría y palabras secas,
me deja suspirando por ti, por nuestro mañana.
Que tengas buen día,
yo me voy a crecer,
pero te observo y te cuido,
sin que te des cuenta, lo sabes.
Y si te caes, allá estaré.
Y si quieres volar te veré partir,
y sonreiré,
y al cerrar mis ojos,
te imaginaré como siempre te observaba,
jugando en las esquinas de la casa,
con tu muñeca de palo y tu vestido anaranjado,
esperando el desayuno...


   

8 de enero de 2011

Los cronopios no somos raros

Este cronopio nació con el cordón umbilical alrededor del cuello... pero nació y hasta hoy sobrevive, surrealistamente, pero sobrevive.

Cuando me piden explicaciones también, como él, es 'a pura pérdida'.
Un metro sesenta y siete de soledad escribiendo estas pocas palabras.
Que si maestra que si artista que si payasa de circo... Nariz roja.
Todo y nada para seguir viviendo.
Si creo en mí sólo lo sé yo y nadie más.
Nadie más lo disimula como yo de bien.
Nunca soy completamente un ser humano, cronopialmente hablando.
Desde pequeña, a-social, capitana de barco sin timón y amiga de la honestidad que rompe las pequeñas amistades de patio de recreo.

Una vez amé mucho a un fama (un ser perfectamente organizado y metódico hasta en la forma sonreír). Esa situación mató mi espontaneidad hasta el grado de no querer saber nada más de ellos y de su forma de ver la vida.
Ahora, sólo creo en la lentitud y carisma de los cronopios.
Las esperanzas me irritan, el sometimiento y la dependencia, la inexpresión de la iniciativa...

¿Qué necesidad de entusiasmo arrebatador puntual para continuar con esto?

Creo que no existe el entusiasmo como tal, más bien son los entrentusiasmos los que nos hacen caminar por la vida sin caernos. Lo otro es un regalo, una flor en medio de la hierba.
   

1 de enero de 2011

¿Año nuevo? Yo soy la misma

Me sigue gustando escuchar los grillos desde la pequeña ventana del baño,
cómo taladran mi cabeza mientras me lavo los dientes;
me sigue encantando el olor de las castañas en casa de mi abuela,
recuerdos de una cocina de chapa y leña;
me sigue intrigando la mirada de mi padre mientras fuma y junta pasos hacia ninguna parte,
humo que desaparece tras sus huellas en la hierba;
me sigue excitando saltar las piedras en el riachuelo que lleva a la playa,
y tirar al mar los bígaros que despego de las rocas...

Para mí todo es igual hoy que ayer,
y mañana seguirá siendo igual,
porque cada año soy más vieja
y más joven,
más anciana
y más niña.

Todo es igual y nada se le parece.
La historia irrepetible que se repite cada día,
como una ola perdida en el medio del océano.


 Xío (sólo puede imaginar)