21 de marzo de 2011

Sinestesia de amor

Tú me sinestesias,
me anestesias,
mirada color café,
pelo despeinado,
sonrisa maléfica,
niñato insolente.

Intuyo tus dedos abriéndose como la espuma en la roca,
dibujando un hilo lila recorriendo mi espalda de arriba a abajo,
y un olor horizonte preciso, justo entre tus ojos y la punta de mi nariz.

Eres licor fosforescente bajando por mi garganta,
inundando de luz las noches más oscuras y solitarias,
las más divertidas, en las que me río del color de la luna.

Así te quiero yo,
así te espero,
en esta melodía de amor
o algo inventado,
soñado,
como todos los sueños
de noche y día,
hechos melancolía,
trizas,
trozos de risas,
cumplidos entretanto,
inevitablemente.

Balancearme entre las nubes de tu pelo.

Yo reparto palabras enmarañadas,
inspiradas en el punto más escondido del centro del corazón.
¿Quién dice que no le duelen las huellas a la arena mojada?
No quiero cambiar la estación de esta radio.
 
Caracoles pasan,
telarañas cuelgan,
'hemos congelado su llamada'... comunicando...
esperando,
de nuevo,
de viejo,
a que la primera mota de luz del último día,
antes de mi regreso,
me susurre las horas que quedan,
para nuestro primer baile.

Mientras, elijo el vestido de esta noche,
y me dejo llevar por los pasos de salsa,
que algún otro par de zapatos viejos
me invitan a seguir,
y yo sin saber,
en los de ellos,
busco tus besos,
los que están por dar,
por saborear,
color verde limón,
explosión dentro de mi caparazón,
como caracola desnuda,
dentro del mar,
dejándome llevar
por la sinestesia del qué pensarás,
por descubrirme ante ti una vez menos.

¡Ya me saltó el gusano de la manzana!
Ya se fue corriendo despacio,
ya comienza de nuevo el recuento de horas...
Noches mediterráneas ocultan mañanas tropicales.

Cuando todo es transparente,
te lo regalo,
si tú lo entiendes,
lo demás me vale madres...

Porque esto es para ti, con toda la vergüenza
y desvergüenza
que puedo acumular en estas líneas.
Declaración sinestésica,
en la danza doméstica,
de colores,
sabores,
olores,
de nuestros cuerpos olvidados,
vacilantes ante el precipicio
que cada día bordean las mentes locas,
histéricas del silencio.

Igual,
me sigue valiendo...
Ya elegí vestido,
me calzo el tacón alto,
me despeino más;
abrigo y beso en la frente.
T'espero a la vuelta,
pa' que revises que sigo viva,
que llegué entera,
y pa' decirte que eres tú,
mi compadrito,
el que yo quiero tener cerca.

Bajo el abrazo de cuatro brazos,
deliro entre estas letras desordenadas.






Escuché el rumor de todos los colores juntos y nunca dejé de observar los sonidos de tu risa.

   

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