En los ojos abiertos de los muertos...
En los ojos abiertos de los muertos ¡qué fulgor extraño, qué humedad ligera! Tapiz de aire en la pupila inmóvil, velo de sombra, luz tierna. En los ojos de los amantes muertos el amor vela. Los ojos son como una puerta infranqueable, codiciada, entreabierta. ¿Por qué la muerte prolonga a los amantes, los encierra en un mutismo como de tierra? ¿Qué es el misterio de esa luz que llora en el agua del ojo, en esa enferma superficie de vidrio que tiembla? Ángeles custodios les recogen la cabeza. Murieron en su mirada, murieron de sus propias venas. Los ojos parecen piedras dejadas en el rostro por una mano ciega. El misterio los lleva. ¡Qué magia, que dulzura en el sarcófago de aire que los encierra! |
Jaime Sabines
Día de Muertos. México
Pablo Neruda
ResponderEliminarSólo la Muerte
Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.
Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.
Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.
A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.
Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol.
Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.
Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.
La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.
Un día como éste me quedo con las calaveras literarias, herramienta popular mexicana para mezclar el albur con la sátira y las ganas de meter el dedo en el ojo del amigo, vecino o familiar.
ResponderEliminarRecuerdo un año... ya muy lejano. Escribí sendas calaveras para mis entonces suegros y cuñados y para mi ex. Dije todo lo que llevaba rumiando durante meses, pero con tal gracia que ni el mismisimo Eugenio Dervés (Dios mío se me ha olvdidado cómo se escribe su apellido). El caso es que les puse a caldo, pero todos se morían de risa.
Un saludo Xio
Pues vaya cojones que tienes wei...
ResponderEliminarHay que saber aprovechar esas pequeñas oportunidades que da el México protocolario, y que a mí tanto me asquean. Pero en fin, son bonitas y hacen que se mantenga un mínimo de respeto en el hogar.
Esas ganas de meter el dedo en el ojo ajeno... Otra oportunidad para matar a los vivos y revivir a los muertos.
En fin, dejo una rima de calaveras... para el que no conozca:
¿Qué es morir?
Morir es
alzar el vuelo
sin alas,
sin ojos
y sin cuerpo.
Elías Nandino
* Se escribe Eugenio Derbez.